
Me moriré besando tu loca boca fría, abrazando el racimo perdido de tu cuerpo, y buscando la luz de tus ojos cerrados.
Y así cuando la tierra reciba nuestro abrazo iremos confundidos en una sola muerte a vivir para siempre la eternidad de un beso.
Vivimos muy deprisa... demasiado deprisa, tanto que cuando nos queremos dar cuenta hemos cruzado gran parte de nuestra vida sin casi haber apreciado las pequeñas cosas, lo que realmente importa y nos llena. Desde aquí robaré un soplo al tiempo para los susurros y suspiros, los mios y por supuesto los tuyos.
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