miércoles, 23 de febrero de 2011

Que rápido pasa el tiempo

Que rápido pasa el tiempo… tanto que es lo más parecido a un timo, cuando de das cuenta ves que todo ha sido un flash, un simple soplo en el viento. Todas las vivencias se condensan en el recuerdo imperecedero de lo que fué, lo que fuiste o lo que dejaste de ser por circunstancias, por decisiones acertadas o erróneas. Recuerdos que te golpean desde dentro de las sienes como pidiendo bruscamente su libertad, libertad que no llegara nunca porque quedan condenados a ser una sombra de lo vivido.
Entre esos recuerdos, están los momentos, las anécdotas de las cosas vividas. Las caras de los tuyos, en las que a veces se te hace complicado recordar ciertos rasgos ya que el tiempo emborrona las fotografías que en su día tomaron tus ojos. Los sentimientos que te acongojan haciendo brotar desde tu alma una lagrima que sentirá su breve libertad en el recorrido por tu mejilla. Los amores, los viejos amores que te proporcionaron la motivación para destilar la pasión, esa pasión intensa que todos hemos sentido en menor o mayor medida. Pasión cegadora donde enamorarse resulta tan estúpido que incluso a la décima vez uno cree que es para siempre.
Hacer algo, es sencillamente lo más complicado, porque según decidas así resultará. Lo verdaderamente fácil és el sentimiento que llega de forma espontanea, sin poder darte tiempo a reaccionar para controlar sus resultados.
Hace unos días despedíamos al entrañable Joan en su camino al lugar desconocido, al lugar de donde nadie vuelve, creando el vacio físico, la ausencia de donde formo parte. El dolor de ese vacío se va ligeramente disipando con el paso del tiempo, con el paso de las horas los ojos dejan de destilas tristeza, el corazón se relaja dejándonos liberar el suspiro de liberación de la agonía del último adiós al amigo, la tensión y la rabia de no haber podido hacer nada por que ocurriera lo irremediable te dan un respiro y empiezas a retomar poco a poco el día a día. El sentimiento que cruelmente nos ahoga, nos besa por dentro conformándonos de forma irremediable con ese recuerdo compartido.
Hace mucho tiempo, tanto que parece un breve tic tac de un reloj, coincidí con ese amigo entrañable, siendo por entonces un desconocido que inspiraba confianza y simpatía…(los sentimientos me traicionan y descontroladamente mis ojos quedan cegados por la tristeza que aún sigo desbordando)...
Recuerdos, como vuelven los recuerdos que siempre han estado allí, agazapados a la espera de su momento.
Bastaron pocos meses de convivencia para hacer de ese personaje bonachón un amigo, un buen amigo. Vivimos intensamente los momentos marcados por las necesidades, no teníamos ni un puto duro y aún así nos reíamos de nuestras propias miserias. Compartimos muchos bocadillos de mortadela, porque no había para más, pero no importaba, no nos importaba por que las fuerzas de la juventud y las ilusiones por salir hacia adelante eran muy fuertes. Muchas risas provocadas por nuestro amigo Joan, siempre contando el último chiste que nos despistaba de aquella difícil realidad.
Llegaron mejores tiempos y seguimos afianzando nuestros lazos de amistad, compartiendo las mismas vivencias tanto en el trabajo como en los momentos de ocio fuera de él. Recuerdo lo animalote que era… sin pensárselo dos veces arremetía con cualquier obstáculo que le impidiera seguir su trayectoria… pim pam pum la puerta se rendía ante su implacable embestida y luego se sorprendía al encontrarte al otro lado tras haber entrado por la puerta de al lado que estaba abierta… JA JA JA… no se me olvidará jamás esa expresión de sorpresa.
Su admirable capacidad de aguante era motivo de un sano enfado conmigo, cuando yo, menos paciente, resolvía de forma drástica los problemas a los que nos afrontábamos en nuestro trabajo. Decía: llevo rato aguantando carros y carretas llegas tú y ¡plis plas!, bendecido, joder me he quedado con las ganas…
Recuerdo aquella vez en casa de tu hermana cuando me puse hasta el moño de beber y me sentó mal, tanto que se me fué la bola cayendo en redondo al suelo. Te falto tiempo para abalanzarte sobre mi y reanimarme del KO en que me encontraba… Ese día te acojonaste, JA JA JA, cuando abrí los ojos lo primero que vi tu cara que reflejaba el susto que estabas pasando. Que recuerdos vuelven a mi mente…
Tras pasar muchos años estrechamente juntos, las nuevas circunstancias nos hicieron distanciar físicamente. Yo cambié de turno de trabajo, me divorcie, tú emprendiste nuevos proyectos, yo seguí con los míos, y dejamos de compartir al ritmo que lo habíamos estado haciendo hasta entonces, pero nunca dejamos de lado nuestra amistad.
Que momentos, que recuerdos, que sentimientos dormidos surgen con tu partida. Cuantas lagrimas me haces derramar ¡cabronazo!, y cuantas sonrisas me consuelan de lo pasado juntos.
En fin Joan, amigo mío, seguiré recordándote mientras tú, si dónde estás puedes o te dejan, seguirás marcando estilo dando aquellos apretones de manos muestra de fuerza bruta, y haciendo amigos sin dejar de guardar sitio a los que aquí has dejado.
¿Te acuerdas? De… “quién te puso Joan Salvador, de pájaros entendía”… jajaja. Hasta siempre amigo del alma.

No hay comentarios: