Cuando se desbordan los problemas, la razón se ahoga de
forma inevitable.
Somos humanos, somos personas de carne y hueso limitados
por nuestras fronteras y nuestro entorno inmediato, y cuando este se torna hostil,
es fácil sucumbir cuando la ultima gota llena el baso.
Sueños rotos, decisiones precipitadas, malos entendidos,
decepciones, desengaños, angustias inesperadas, nos convierten en personas
irreconocibles, incluso para los
cercanos y los más íntimos.
La locura transitoria esta al acecho en cualquier
esquina, todos podemos ser victimas de ella en menor o mayor medida.
Sentir que alguien te falla en el momento crítico, te
desestabiliza, te hace perder el horizonte, y tu libertad se confunde entre la
dependencia.
Nadie es héroe en esta tierra indiferente al dolor ajeno,
el dolor siempre llega, puedes aplazarlo, pero al final siempre llega.
Lloraras a escondidas, tras la cortina de tu ventana,
como si ocultaras lo que te mata, sonreirás como un autómata para aparentar que
no pasa nada, queriéndote hacer impasible, pero nunca llegaras a engañarte.
Desesperaras por no tener lo único que deseas cerca, y gritaras
en silencio que llegue, y posiblemente nunca se cumplirá el deseo, porque hace
tiempo quedo atrapado en una jaula de cristal.
Te cortaras una y otra vez las venas para cambiar
desesperadamente de escenario, y te darás cuenta lo caprichosa que es la vida
cuando una y otra vez encuentres la excusa que te haga volver a respirar,
volver a ver un nuevo amanecer.
Como los demás, estoy de paso, pisando de puntillas el frágil
suelo que evita el que no nos precipitemos al vació, y muero cada vez que veo
reflejado en unos tristes ojos lo que yo ya he vivido en otras vidas.
No puedo dar respuestas, porque cada uno a de encontrar
la suya, como si se tratase de un vestido a medida. La vida es caprichosa y
juega con nuestras almas una y otra vez poniéndonos a prueba de forma constante
como si quisiera medir nuestra resistencia. Somos títeres en un frío teatro, y
los espectadores nunca aplaudirán nuestra función. Y como cuando llega el
desamor, tras la felicidad siempre quedará la tristeza, hasta que vuelvas a
encontrar la excusa para seguir intentando vivir.
La tristeza es la única emoción que te demuestra lo que realmente te importa,
y siempre mira atras, mientras la preocupación mira alrededor y la fe se extasia
mirando hacia el infinito, esperando lo imposible, lo irracional.
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