a desear los sueños…
a imaginar la vida,
a gozar de la espera
de lo que nunca llegaba
me acostumbré…
a vivir en silencio
a beber de la incertidumbre
a tener sed del devenir
a ser huella de deseo
la tenue luz de cualquier mañana,
la mirada lejana
o la escucha del vientome acostumbré
a ver la copa medio llena
aunque estuviera vacía
me acostumbré…
y de esa costumbre…
lo más real
siguen siendo… los sueños
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